El Tucán Antonio estaba volando por las costas del atlántico cuando, de pronto, se cruzó con un barco británico con un exquisito olor a lúpulo, que obligó a descender hasta aquel mástil.
A partir de ese momento, se hizo amigo del cocinero cervecero del navío. Un día El tucán, decide salir a buscar unos lúpulos originarios de su lugar. A su regreso un fuerte viento lo hizo perder el control del vuelo lo que ocasionó que cayera en la olla de cocción.
Al salir de la preparación su cuerpo había cambiado de tono, ahora lucía un color naranja brillante, fulgurante. Surgió así una nueva receta.
Cuenta le leyenda que hasta el día de hoy, las bebidas que se preparan con esa poción emanan un exótico aroma cítrico que transportan a las almas que lo consuman.